Ademas de escribir para la gauchos, la poesía gauchesca protestaba, y su protesta iba dirigida al gobierno, una manera en que los intelectuales de esa época encontraron para manifestar sus pensamientos, hacia el gobierno que dominaba en ese momento. Iba mas allá de reclamos, era una forma de mostrar a los gauchos, como muchos no los podían ver.
Esta expresión poética gaucha (no «gauchesca») es a su vez parte de un patrimonio cultural rústico, pero complejo y rico, integrado por las demás manifestaciones de la vida espiritual, artística, social y material, como cuentos y leyendas, música y danzas, creencias y supersticiones, faenas y artesanías, fiestas y juegos, caza, comida, indumentaria y vivienda, prácticas consuetudinarias, modos de comportaliento, habla, refranes y adivinanzas y, en fin, en simple enumeración ejemplificativa, cuanto giraba en torno del caballo y su mundo.
Esta distinción es importante porque prueba al mismo tiempo la existencia "de un folklore poético (es decir, popular, oral, anónimo, regional)" que fluye a través de los siglos y que puede aparecer ante la sociedad urbana, por ejemplo, por motivos políticos, como ocurrió con la Revolución de Mayo y las guerras de la Independencia que convierten al "cielito" de letra de danza picaresca en poema combatiente. La sociedad urbana utiliza entonces estos elementos folklóricos y surge así la poesía gauchesca.
Transformándose en vehículos de esta literatura que buscaba conmover a un auditorio en su mayoría analfabeto que se extasiaba con las noticias y sucesos relatados por los poemas y las letras de tono menor, los payadores hicieron que el poema gauchesco llegara al pueblo todo.